«La revolución energética es una conquista del país, se hizo como una política de Estado»

«Hace cuatro años, de lo que se hablaba en Chile era que nos íbamos a quedar sin luz y en los spots de publicidad televisiva se mostraba que si se encendía un secador de pelo, eso te daba un apagón en el Estadio Nacional. Ese era el clima en el cual vivíamos», resume Máximo Pacheco respecto de sus desafíos al asumir como ministro de Energía. «El país había tocado fondo en materia energética, estábamos viviendo momentos extraordinariamente difíciles, teníamos las cuentas de luz más caras de América Latina, estábamos expuestos a las caídas de suministro (apagones), se había cortado el gas argentino, habíamos construido muchísimas centrales a carbón con una resistencia muy fuerte de muchas comunidades, estaba toda la discusión de HidroAysén latente. En esa época, el país marchaba en las calles no diciendo ‘No + AFP’, sino ‘No a HidroAysén'».

«Había una condición muy propicia para construir un acuerdo», dice Pacheco respecto de cómo inició lo que él llama la «Revolución Energética».

-¿No teme que ahora venga una contrarrevolución, que limite el rol del Estado?

-Esta revolución energética es una conquista del país, se hizo como una política de Estado. No tengo ninguna duda de que la transformación energética ocurrida en Chile, que Al Gore en su película dice que «Chile inspira al mundo». O cuándo en el «Washington Post» en primera página de un día domingo se menciona que Chile es la «Arabia Saudita Solar», es una conquista del país y está para quedarse. Creo que este modelo que usamos en el sector energía se puede aplicar en todo el país para las políticas públicas».

-¿Cuáles fueron las claves de este modelo?

-Los pilares del éxito de esta política pública son, en primer lugar, que se hizo de manera robusta desde el punto de vista técnico y profesional. Segundo, tuvo legitimidad social que construimos destinando muchísimas horas al diálogo y la participación. Tercero, implementamos disciplina en su ejecución y control de gestión. Y el último pilar es que una revolución energética como esta solo se consigue con respaldo político, que yo recibí de la Presidenta Bachelet.

-¿Qué le hace pensar que el Presidente Piñera continuará con lo que usted hizo?

-La garantía más importante de que esta revolución continuará es el ejercicio de Energía 2050, que fue de consenso. Se construyó con diálogo y cambiamos el marco institucional en que funciona el sector. La primera medida importante que ha tomado la ministra de Energía, Susana Jiménez, es llamar a la «ruta energética», es decir, qué pasos hay que dar para seguir perfeccionando el sector energético en Chile.

-¿Hay seguridad de continuidad?

-El futuro por definición es incierto, pero están dadas todas las condiciones para que esta revolución energética se consolide y se profundice. El país tiene aquí una reforma económica que tal vez es de las más importantes que ha ocurrido en los últimos 20 años y tiene un enorme impacto en las personas de menores ingresos: la cuenta promedio de la luz en Chile es de $25.000 y el salario mínimo es de $278.000, puede suceder que la cuenta de luz sea el 10% del salario y mucha gente tiene esa realidad en Chile. El impacto social, económico y político que tiene esta revolución energética es una demostración de que las cosas las hicimos bien. La revolución energética también definió un nuevo rol del Estado. Esto despertó en su momento muchos fantasmas. Cuando lo enunciamos, ¡la gente pensó en el estatismo, el Leviatán y que venía la Unidad Popular!

«Pero en la ciencia política, la economía, en la política pública tenemos que entender que hay funciones que solo el Estado las puede realizar. Por ejemplo: crear competencia en el mercado. Luego, el Estado tiene la responsabilidad de apostar a la innovación y el desarrollo. Nuestra economía, que es una economía privada, de mercado, capitalista, requiere un Estado robusto».

-¿Y dónde falta más competencia?

Chile tiene una estructura económica donde hay muchos mercados que funcionan de manera imperfecta, que están oligopolizados. Hay mucho mercado en Chile donde hay rentas. De ahí que se hable tanto de los empresarios rentistas, con negocios donde se obtienen rentabilidades por sobre lo razonable. Ese límite lo debe poner el Estado, no lo van a hacer los empresarios, no vamos a ver reuniones de empresarios para decidir cómo competimos mejor, y si lo hacen, nos vamos a poner todos muy nerviosos.

«Segundo, el Estado tiene que hacer un esfuerzo muy fundamental en dirigir, orientar y destinar recursos a la innovación tecnológica para generar valor agregado para nuestras exportaciones. Además, tenemos que enfrentar de manera muy prioritaria el tema de las pensiones. Ya ha habido muchas discusiones y estamos en un punto donde debemos empezar a tomar decisiones. Y eso va a obligar al Gobierno a ser muy pragmático y conseguir acuerdos».

«No vamos a ver reuniones de empresarios para decidir cómo competimos mejor, y si lo hacen, nos vamos a poner todos muy nerviosos».

( ElMercurio)

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