La extensión de la vida útil de un proyecto minero conlleva la optimización del uso de activos tales como ductos, tanques y otras estructuras construidas con acero. A esto es necesario sumarle la reutilización del agua de procesos y el suministro de agua de mar como fuente alterna de este recurso.
Leonardo Araya, senior Integrity & Corrosion Engineer de Vecor Pipeline Integrity Inc, señala que lo anterior conlleva a una serie de reflexiones para entender si se tiene o no un problema de corrosión en una faena minera.
¿Qué tanta pérdida de metal puede tolerar el activo antes de ser considerado no apto para el servicio que presta? ¿Está el activo inspeccionado al 100% en términos de pérdida de espesor? ¿Son estos datos confiables? Estos son algunos de los cuestionamientos que, a consideración de Araya, todo gerente versado en la gestión de activos debe saber responder.
El experto asegura que estas y otras preguntas deben ser contestadas con un grado de certeza que permita cuantificar el fenómeno, así como contabilizarlo monetariamente, con el fin de asegurar si la corrosión es o no un problema.
«Si no ha cuantificado en dinero y cuántos kilos de acero al año dejaron de ser parte de sus activos, entonces la corrosión es un problema grave», destaca.
Araya asegura que, con los actuales métodos de control de corrosión a nivel global, esto no debería presentar obstáculos insalvables, pero la realidad nos muestra que no prestamos suficiente atención a la gestión de estas estrategias, quedando el costo de corrosión subyacente en los abultados planes de mantenimiento correctivo.
Según él, en esta línea es importante definir cuánto de los actuales costos de operación en minería se deben a fallas asociadas a la corrosión, si la empresa está realmente comprometida con la sustentabilidad como un valor, y si se han considerado los riesgos sobre las personas y el medio ambiente, más allá de los activos, debido a las fallas por corrosión.
El Dr. David Rojas, profesor asistente de la Universidad de Concepción, concuerda con Araya. Señala que el principal desafío para controlar los efectos de la corrosión es darle la real importancia que presenta este fenómeno en el sector industrial.
«Se estima que los costos asociados a los daños provocados por la corrosión ascienden al 5% del producto interno bruto (PIB) de países desarrollados. Sin embargo, en Chile no hay actualmente un diagnóstico respecto al tema, aunque se han realizado algunas iniciativas para conocer los niveles de corrosividad atmosférica en distintos sectores del país», apunta.
Rojas dice que una de las razones por las que los proyectos industriales que involucran el diseño y construcción de estructuras no consideran los efectos adversos provocados por la corrosión ni las medidas para controlar o prevenir estos efectos se debe a desconocimiento del tema.
De ahí que Oscar Arredondo, jefe de la especialidad Prevención de Riesgo en AIEP, destaque la importancia de considerar la variable corrosión desde la etapa de diseño y, posteriormente, en cada fase de la operación, así como planificar dicha variable por equipos multidisciplinarios. Lo anterior, con la finalidad de elegir los mejores métodos para la evaluación y predicción de la vida útil de las máquinas, equipos y estructuras, a sabiendas que no existe un solo método para prevenir y controlar la corrosión en las operaciones mineras.
A consideración de Arredondo, también es necesario fortalecer la capacitación del personal de las faenas sobre problemas relacionados con la corrosión, su prevención y control de este fenómeno, además de trabajar en conjunto con los centros de investigación, ya sea de institutos profesionales o de universidades, con la finalidad de generar soluciones tecnológicas avanzadas para su control. Esto debido a que toda operación minera puede verse afectada por la corrosión.
Prevenir antes que lamentar
Rolando Carrasco, académico de la Escuela de Minería y Recursos Naturales de la Universidad Central, indica que la mejor estrategia ante la corrosión es la de prevención. Eso significa hacer un programa de mantenimiento y control de corrosión a cada uno de los equipos de la mina, planta e infraestructura comprometidas, a modo de efectuar los tratamientos adecuados para evitarla.
Según Carrasco, en primera instancia, es necesario que cada empresa internalice la importancia de este efecto en sus operaciones, y considere que es más rentable prevenir en la materia. En segundo lugar, el experto recomienda apostar por el uso de materiales que sean menos susceptibles de ser corroídos.
Finalmente, hace un llamado a investigar y desarrollar nuevas técnicas y productos de protección de los equipos e infraestructura que se ven afectados por este fenómeno.
Aunado a lo anterior, Oscar Arredondo destaca la importancia de considerar el deterioro causado por la corrosión en la estructura, la maquinaria y los equipos como un aspecto capaz de llegar a interrumpir la operación, trayendo consigo grandes pérdidas económicas, lo que implica mucha relevancia.
«A esto hay que sumar que la corrosión puede causar accidentes graves o fatales, daños al medio ambiente y la pérdida de prestigio de la empresa llegando, incluso, al cierre de esta», indica.
Es por ello que, según el jefe de la especialidad Prevención de Riesgo en AIEP, reforzar estos temas siempre tendrá un efecto positivo en las operaciones de cualquier empresa.
( El Mercurio)