La importancia del control de polvo para el desarrollo viable de la minería

El control de polvo es de las actividades más relevantes que una operación minera debe realizar para lograr una relación viable de desarrollo con su entorno. Más que por el solo hecho de que exista una legislación ambiental vigente, ya que las resoluciones de calificación ambiental (RCA) podrían ser revocadas si se evidencia incumplimientos en la materia.

El control de polvo es relevante y vital porque hay una responsabilidad socio ambiental de las empresas en el desarrollo de sus actividades, considerando que el polvo es inherente a toda actividad de movimiento de tierra, y como externalidad negativa, las empresas mineras no pueden ignorarlo.

La criticidad en áreas de operación es evidente y propia del desarrollo de la industria. En la pequeña y mediana minería, lo esencialmente peligroso es la escasa tecno estructura y falta de recursos y maquinaria especializada que permita una menor exposición de los trabajadores al polvo. En la gran minería, la mayoría de las empresas tienen inventarios de material particulado, con lo que logran entender y medir el impacto de su operación. Esto permite desarrollar un plan de acción más eficiente a través de unidades especializadas de monitoreo ambiental.

En promedio, el 70% del material particulado MP10 proviene de los caminos, 25% de fuentes fijas y el restante 5% es generado por factores climáticos como viento sobre tranques de relave, laderas, taludes y erosión del suelo; lo que hace necesario evaluar las diferentes tecnologías y su eficiencia en esta materia.

Objetivo principal

El control de polvo es un medio para lograr el principal objetivo: un ambiente limpio y libre de agentes contaminantes. Este beneficio permite la convivencia sistémica y sustentable entre los actores vinculados, haciendo de la minería una actividad viable en el tiempo. El control de polvo entrega la oportunidad de transformar un problema que dificulta el desarrollo de un proyecto, en un cometido colectivo de bien común, integración y desarrollo conjunto.

Cuando vemos áreas productivas como zonas de chancado, perforación, puntos de transferencia en correas transportadoras, acopio de material en pilas, tronaduras y la cotidianeidad del trabajo en las pistas de acarreo o rampas de producción, queda claro y es más que evidente que el control de polvo es un proceso continuo y permanente, que debe estar transversalmente presente impulsando la productividad y consolidando una cultura de minería libre de polvo.

Desde un aspecto estrictamente operacional, grandes ahorros se pueden lograr, permitiendo positivos incrementos en la productividad, que, por ejemplo, se traducen en mayor seguridad y visibilidad, aumento de vida útil de equipos y motores con ciclos productivos más eficientes, mayor disponibilidad de flota, carpetas más estables y homogéneas, CAEX más productivos con velocidades más constantes y ahorro de recursos como agua, neumáticos OTR y diésel. Todas externalidades positivas que rentabilizan el control de polvo.

La tendencia en la materia, principalmente por una mayor conciencia ambiental y de preocupación por la salud de los colaboradores, es intervenir todas las fuentes de generación. Tratar los caminos de producción y acceso industrial con servicios dedicados y especializados. En infraestructura, montar sistemas de supresión con alta y baja presión en correas y chancadores. Cañones nebulizadores en túneles y pilas. Sello de laderas, pretiles y humectación de zonas de carguío. Cortinas de nebulización en portales de ventilación y chimeneas, arcos de riego en acceso a botaderos, etc. Lo anterior con soluciones variadas muy eficientes como emulsiones bituminosas, polímeros, bioestabilizadores, entre muchas tecnologías disponibles.

Mejores prácticas

En el IIMCH estamos permanentemente monitoreando estos desafíos y condiciones, trabajando con los socios y acompañando procesos que buscan las mejores prácticas nacionales e internacionales. En este sentido, lo más importante es la responsabilidad sobre los productos utilizados, ya que existen regiones en otros países donde se han prohibido productos para el control de polvo por su negativo impacto ambiental, y eso es una tendencia mundial.

Destaco este punto, porque si bien la tecnología avanza rápidamente y nuestra industria tiene acceso a las mejores soluciones, la legislación en Chile no está a la vanguardia en la materia, ya que se centra en la calidad del aire sobre niveles máximos de saturación, y no regula la generación de polvo, ni tampoco fija estándares diferenciados sectorialmente. Tampoco considera incentivos ni premios a quienes invierten en mejores prácticas y la fiscalización es reactiva, no preventiva.

Finalmente, las experiencias comparadas se logran imponer gracias a que se han definido indicadores de desempeño (KPI – Key Performance Indicator) que permiten medir y monitorear el cumplimiento. De esta manera, es ideal promover servicios integrales que se responsabilicen por un desempeño y nivel óptimo de cumplimiento, contrastando una línea base con el desempeño.

( El Mercurio)

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