El 21 de mayo, la Presidenta Michelle Bachelet anunció la creación de un Consejo Nacional de Formación Técnico Profesional, que buscará fortalecer a este sector educacional para mejorar la productividad, competitividad e innovación del país, en medio de una difícil situación económica.

La medida no generó mucho ruido, pero promete tener efectos importantes en el mapa laboral del país: se trata de una institucionalidad de colaboración público-privada, en la que los sectores productivos podrán identificar qué tipo de técnicos se necesitan para que los liceos industriales y los centros técnicos los formen.

Y a la cabeza del proyecto está la subsecretaria de Educación, Valentina Quiroga, quien dice que ha hecho de esta iniciativa la «causa de su vida».

«Queremos lograr que trabajadores y estudiantes tengan oportunidad de construir sus trayectorias educativas y laborales acorde con sus expectativas, capacidades y al servicio de las necesidades del país y las regiones, actuales y futuras. Ese es nuestro objetivo», explica Quiroga.

La política tendrá tres pilares: «asegurar la calidad, es decir, que la educación sea altamente competitiva, flexible, innovadora y estimule el emprendimiento; que esa oferta esté articulada con el resto del sistema educacional y con el mundo del trabajo, y que exista una colaboración público-privada permanente», detalla Quiroga.

El consejo desarrollará una política de educación técnico-profesional. La instancia contará con la participación de los ministerios del Trabajo y de Economía, y de instituciones como Corfo, Sence y Chile Valora, los que entregarán una «mirada país» sobre qué sectores estratégicos es necesario desarrollar. Pero además estarán integrados los gremios de la industria, como la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y la Sofofa, los que dirán cuántos trabajadores se necesitan por región, de qué tipo deben ser y qué conocimientos deben tener.

Y luego de eso darán orientaciones de formación a los planteles. «El Mineduc no está acostumbrado a conversar con el sector productivo, y necesitamos instalar la institucionalidad para que el sector educativo dialogue con ellos», dice la subsecretaria.

La experiencia de Australia

La instancia que está diseñando el Mineduc estará incorporada en la reforma a la educación superior, que se presentará este mes. Pero desde ya se está trabajando con los otros ministerios para desarrollar un marco de cualificaciones -instrumento que ordenará los niveles educativos de pregrado y posgrado- del sector técnico profesional.

Ese instrumento dirá cuántos técnicos profesionales se necesitan y qué calidad deben tener, es decir, qué deben hacer para ser funcionales. «Este marco se hace en conversación con el mundo privado, donde se le consulta cuáles son sus necesidades, qué necesita que un chofer de camión minero sepa y qué tecnología usa», ejemplifica Quiroga.

Para su diseño, la subsecretaria viajó hace un par de semanas a Australia, país líder en el desarrollo de este sector productivo, para recoger experiencias sobre cómo articular a los planteles educativos y a la industria.

«El Ministerio de Educación de allá envía todos los años un reporte, donde hace un análisis de la economía nacional, y dice que en los próximos años el país necesitará un crecimiento de tal porcentaje en un tipo de trabajadores. Y en función de eso, se define la cantidad de cupos que van abriendo año a año en el liceo», relata Quiroga.

Pero también resalta tres elementos de la sociedad australiana en torno a este sector: «Existe un ambiente de confianza en que el otro hace bien su labor; hay un acuerdo social y la mirada compartida en torno a lo estratégico que es esta educación, y hay una fuerte valoración de los técnicos profesionales».

INTERÉS
297 milalumnos tienen los liceos técnicos, equivalentes al 29% de la matrícula de la educación media( El Mercurio )