La construcción modular puede responder adecuadamente a las necesidades constructivas del sector de la minería, considerando que con frecuencia las instalaciones mineras se sitúan en emplazamientos distantes y, a veces, extremos, como la alta cordillera o el desierto. Además, cuando se inicia la construcción de un nuevo proyecto, suele haber limitaciones de suministros, instalaciones y servicio.
«Todas estas condiciones hacen posible pensar que la construcción en terreno se debe ejecutar en el menor tiempo posible, entre otras cosas, porque suele ser mucho más costosa que la construcción en zonas urbanas», dice Francis Pfenniger, profesor del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Chile.
Añade que contar con una planta de producción o prefabricación de módulos en una zona urbana permite organizar mucho mejor la construcción de una parte importante del edificio, dado que hay instalaciones y servicios disponibles, abastecimiento y conectividad, personal y subcontratistas. «La obra misma es más eficiente, se reducen los riesgos del trabajo en zonas extremas, el control de calidad en planta es más eficiente», afirma el académico, añadiendo que «la ecuación es siempre prefabricar lo más posible en planta, para reducir al mínimo la faena y el personal de terreno, que es la parte cara del proceso».
En síntesis, las principales ventajas que representa la construcción modular, según Pfenniger, son «precio, plazo y calidad, todas controlables en situaciones ´normales´ de una planta de prefabricado».
Respecto del nivel de prestaciones que puede ofrecer actualmente la construcción modular -considerando aspectos como habitabilidad, aislamiento térmico, confort, equipamiento-, el académico señala que son las mejores, incluso tanto o más que la construcción tradicional. «En verdad, la experiencia muestra que las consideraciones de habitabilidad y de confort de los hoteles mineros están muchas veces muy por encima de las que se aplican en construcciones habitacionales tradicionales», comenta.
Asimismo, los hoteles mineros se prestan para las construcciones modulares, especialmente por la repetitividad de algunos de sus recintos, como las habitaciones y baños. Pfenniger explica que un hotel minero de operaciones puede tener que albergar una importante cantidad de personas, dependiendo del proyecto, lo que se multiplica por mucho en el caso de los campamentos de construcción, que son los que albergan a las personas que construyen el proyecto minero.
Sistematización de procesos
Respecto de los avances que ha tenido el sistema constructivo modular, el académico comenta que hace varios años existen plantas que han sistematizado su proceso de producción, de manera que logran un proceso de fabricación en serie más parecido a la producción de automóviles, en que el módulo avanza por distintas estaciones de trabajo donde se realizan operaciones típicas y estandarizadas. Anteriormente, se hacía más bien una prefabricación tradicional o artesanal de cada módulo.
Otro elemento que ha cambiado el proceso de producción es la creciente incorporación de sistemas CAD (diseño asistido por computación)-CAM (manufactura asistida por computación) en la producción de algunos componentes. «Todo ello redunda en una mayor eficiencia y productividad, mejor control de calidad y mejor producto final», enfatiza el académico.
Asimismo, la sustentabilidad es uno de los aspectos en que podría seguir desarrollándose la construcción modular asociada a la minería. «Creo que hay espacio para ir incorporando crecientemente conceptos de sustentabilidad en las construcciones para la minería. Que van desde eficiencia energética, diseño pasivo, gestión del agua, incorporación de sistemas activos en materias de energía, hasta conceptos como el final de la vida útil del edificio, su proceso de desmontaje y la restitución del terreno a la condición natural existente antes de la habilitación del edificio», explica Pfenniger.( El Mercurio )