Interconexión energética internacional

electrica intereconexionSiguiendo las recomendaciones de la Nueva Política Energética -que aconseja desarrollar los nexos de Chile con los países vecinos en ese ámbito-, el ministro de Energía buscará con el gobierno argentino un proceso de integración en el campo energético. Asimismo, hay planes para eventualmente extender a Chile la interconexión eléctrica existente entre Colombia, Ecuador y Perú.

En el mundo moderno, los países se interconectan energéticamente debido a las ventajas que ello reporta en términos de seguridad y menores costos. Toda Europa continental está interconectada con gasoductos y líneas de transmisión, las que incluyen cables submarinos que permiten enviar electricidad desde Francia a Inglaterra cuando cae la generación eólica en esa nación. Dinamarca es otro país en que el respaldo a fuentes eólicas descansa en sus vecinos. En Centroamérica, desde hace años se desarrolla un proceso de interconexión entre los países de la región, y en Norteamérica, Canadá y los EE.UU. también se conectan a través de gasoductos y líneas de transmisión.

Chile es uno de los pocos países de América que están aislados desde el punto de vista energético, y eso representa una dificultad para un plan de desarrollo eléctrico que enfatiza la generación proveniente de fuentes no convencionales solar y eólica. En efecto, la interconexión reduce los costos asociados a este tipo de generación, ya que permite prescindir de complejos mecanismos de reserva para poder garantizar una oferta estable de electricidad. Al operar en mercados más grandes, posibilitados por la interconexión con otros países, es posible compensar a bajo costo las variaciones en la generación no convencional.

En nuestra aislamiento energético influye tanto la histórica complejidad de la relación con nuestros vecinos del norte como la amarga experiencia con las importaciones de GNL desde Argentina. Solo ahora, con un nuevo gobierno, Argentina reconoce su poco fraternal comportamiento durante la década pasada.

Con todo, hay factores que han evolucionado positivamente. Existe consenso técnico en que un mercado interconectado puede funcionar mejor si los flujos de energía van en ambas direcciones; es decir, si un país es importador en ciertas zonas de su territorio y exportador en otras, idealmente respecto del mismo socio comercial. Eso resta incentivos al incumplimiento de uno de ellos, ya que eso puede imitarse por su contraparte en otra zona del país. Pero hasta hace poco Chile no podía ofrecer exportar energía y esa deficiencia energética puede estar cambiando con el explosivo aumento de generación en las energías renovables no convencionales, especialmente la fotovoltaica. Existen estimaciones que señalan un enorme potencial solar en el país, que requeriría ser exportado para poder utilizar siquiera una parte. En el norte, una interconexión permitiría vender excedentes diurnos y comprar electricidad o gas durante las otras horas del día.

Las actuales negociaciones con Argentina son bastante menos ambiciosas. Se pretende establecer un convenio para exportar desde Chile los excedentes de gas en los contratos de largo plazo de importación de gas natural licuado desembarcado en los puertos de Ventanas y Mejillones. Estas exportaciones podrían volver a usar gasoductos que han permanecido ociosos desde mediados de la década pasada y que se levantaron pensando más bien en la importación. Es probable que estas operaciones de exportación sean transitorias, ya que Argentina tiene enormes depósitos de gas esquisto que podría explotar bajo un nuevo gobierno que da más seguridad a la inversión extranjera, pero generan experiencias que permiten restablecer confianzas comerciales y escrutar en el futuro distintas opciones de integración energética con la nación transandina.

La integración energética con los países vecinos puede ser clave para el mejor desarrollo de la generación de fuentes no convencionales en Chile.

 ( El Mercurio )

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