Perú – Otra vez, en pequeña minería, ¿imitar a Chile?

peru entrada a minaEn el año 1940, es decir, el siglo pasado, se creó el Banco Minero del Perú; en 1943, el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú; y en 1950, el Instituto Nacional de Investigación y Fomento Minero (INIFM). Luego, en 1973, se crea el Instituto Científico y Tecnológico Minero (INCITEMI), cuyas finalidades eran fomentar, coordinar, orientar y ejecutar investigaciones y trabajos científicos y tecnológicos aplicados a las actividades de la industria minera.

Siguiendo con nuestro recuento histórico, esta vez nos remitimos al vecino país del sur en lo que respecta a una de sus instituciones mineras, nos referimos a la Empresa Nacional de Minería – ENAMI, creada en el año 1960, que actualmente es una empresa de fomento y desarrollo de la pequeña y mediana minería (PYMMI) de Chile, “que corrige fallas de los mercados financieros y de asistencia técnica a través de instrumentos eficaces y que, por la vía de operaciones de procesamiento metalúrgico y actividades comerciales, permite alcanzar economías de escala e introducir los avances tecnológicos necesarios para asegurar el acceso competitivo de las PYMMI a los mercados globalizados, con respeto al medio ambiente, a las comunidades en que se localizan sus actividades y buscando el desarrollo permanente de todos sus trabajadores”.

Es decir, esta entidad chilena tiene como principales objetivos el fomento, la producción y el apoyo en la comercialización de mineras de la pequeña y mediana minería, tareas que en el Perú hace años que se han olvidado y rezagado completamente. Decimos rezagado porque las instituciones nacionales que hacemos referencia al iniciar este artículo, cumplían el mismo papel que cumple el ENAMI chileno, pero que por efectos de la corrupción y las distorsiones económicas de los años ochenta, en los noventa se decidió eliminar completamente todo atisbo de apoyo a la pequeña minería y se promocionó casi exclusivamente a la gran minería, sin que esto último sea negativo.

En pleno auge de la gran minería, en el año 2001, cuando me desempeñé como asesor de la Comisión de Energía y Minas del Congreso de la República, que presidía el ingeniero Rómulo Mucho, tuvimos la visita de un entusiasta minero llamado Fredy Mamani Quilla y una nutrida delegación de la mina La Rinconada, quienes hicieron notar que la legislación minera carecía de normas de apoyo y promoción a la pequeña minería; de esa manera se dio inicio a la formulación y aprobación de la Ley de Formalización de la Pequeña Minería, Ley 27651.

La Ley 27651 era poco y no ha cubierto las expectativas reales del mundo de la pequeña minería, pero peor aún es la encrucijada legal que hoy en día atraviesa la pequeña minería, con el evangelio formalizador formulado por el gobierno actual desde el año 2011, el tiempo juzgará o ya juzgó lo actuado a la fecha, puesto que la evangelización formalizadora encaminada por este gobierno es un fracaso.

Por esa razón es que traemos ahora a la discusión y planeamiento, tal vez al siguiente gobierno, la creación de un ENAMI peruano, por mucho que a veces no nos quede bien imitar lo chileno. Lo importante en este caso es que ellos sí mantuvieron la institución del Estado encargada de apoyar y fomentar una actividad minera pequeña de manera sostenible, al igual que nuestro antiguo Instituto Científico y Tecnológico Minero (INCITEMI) al que hicimos referencia anteriormente.

Necesitamos una institución que no sólo se dedique a la evangelización formalizadora, como ahora son las funciones de la novísima Dirección de Formalización Minera del Ministerio de Energía y Minas, sino que se dedique (además de formalizar) a fomentar la minería sosteniblemente, mediante financiamiento, reconocimiento de reservas, asesoría en la preparación y evaluación de proyectos, capacitación técnica, añadir valor agregado mediante plantas de beneficio y, por qué no, incluso promover una fundición tal como lo hace el ENAMI.

Necesitamos cambiar la percepción creada en este gobierno de que todo lo que implica pequeña minería es ilícito, ilegal, depredador y negativo; si Chile más bien aprovecha su pequeña minería y la promueve, no hay razón valedera para que el Perú no haga lo mismo, más aún, considerando que en nuestro país -de acuerdo a cálculos efectuados por Hernando de Soto- tenemos por lo menos trescientos mil pequeños mineros a nivel nacional, cifra que tal vez se queda corta y considerando familia y todo el engranaje social y comercial que implica esta actividad, entendiendo que por cada minero, hay cinco personas que tienen relación con él, fácilmente estamos hablando mínimamente de un millón y medio de peruanos que tienen relación con la pequeña minería. Y de su importancia económica tenemos que el GMFS Gold Survey 2015 de Reuters estimó que una parte importante del crecimiento de la producción de oro de Bolivia -de 6 toneladas en el 2013 a 33 toneladas en el 2014- se explica por envíos de oro ilegal desde Madre de Dios y Puno. El estudio proyectó que la producción de oro ilegal bordea las 35 toneladas.

Siendo el universo de personas y el entorno económico relacionado con la pequeña minería de tal magnitud, requerimos mucho más que Chile; se necesita una institución que fomente la actividad racionalmente, vea los aspectos de producción y de comercialización de minerales de una manera integral, seria y responsable. En fin, hay mucho por hacer.
Fuente: Los Andes/José Farfán

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