El 5 de agosto de 2010, Omar Reygadas (61) era el único minero de los 33 que en dos ocasiones previas había quedado atrapado en un derrumbe. «Una de las anteriores fue también en San José», dice.

El hombre viene de una familia de mineros. «Nacido y criado en una mina, es lo único que sé hacer bien», añade.

Reygadas recuerda que su padre, cuando había cumplido 60 años, seguía trabajando en ese tipo de faenas. «Cada vez que tenía un accidente, le decíamos que era viejo, que tenía que descansar», relata entre risas.

Aunque dejó de trabajar en el rubro hace tres años, afirma: «Ahora lo entiendo. Afuera se pierde la emoción».

Hoy se desempeña en «mudanzas, instalaciones eléctricas», dice, pero también a veces da charlas motivacionales. «Principalmente en empresas de prevención de riesgo», explica.

A cinco años del accidente, Reygadas cree que sirvió la experiencia. «Hay cosas que quizá sirvieron a los mineros, siento que ahora hay más seguridad».

Aunque reconoce que durante estos años prefería no recordar lo sucedido en San José, porque «me daban bajones en las noches», ahora cree que fue algo positivo. «Se formó otra familia. Compartimos algo único y me siento satisfecho por lo vivido», afirma.

( El Mercurio)