A las 3:30 de la madrugada del 13 de octubre de 2010 fue rescatado desde la mina San José, Carlos Mamani (29), ciudadano boliviano, avecindado en Atacama, hasta donde llegó buscando un mejor futuro. Fue el cuarto minero en salir a la superficie y el único extranjero.

Cinco años después está sentado, cabizbajo mientras toma un jugo en una fuente de soda. Al recordar, mueve las manos de manera continua, con un dejo de timidez. «En mi caso han sido altos y bajos desde que salimos», confiesa.

Mamani decidió seguir trabajando en la minería, pero ha sufrido por el trauma. Hace siete meses, el minero trabajaba en maquinaria pesada. Al entrar con el cargador al túnel «de repente se me viene nuevamente todo lo que fue el derrumbe al frente mío. Ahí frené y salí arrancando. Mis compañeros me trataron de tranquilizar, ya que no había pasado nada y estaba todo en mi cabeza». Actualmente, Mamami está con licencia médica y es atendido en la ACHS.

El minero critica la dificultad que ha tenido para poder conseguir empleo. «Las empresas no nos contrataban porque cualquier falla se iba a saber y tendrían problemas. Nosotros estábamos marcados», comenta.

Confiesa que hay veces en que se siente deprimido; y cuando las cosas van mal, recuerda que no quiso irse de vuelta a su país, ante una invitación del Presidente de Bolivia, Evo Morales, quien le ofrecía trabajo.

«Lo bueno que rescato es que con la plata que me dieron (recolectadas y donadas luego del rescate), pude comprarme una casa para estar con mi familia», afirma Mamani. Ahora vive en la avenida El Chañar, en Copiapó.

Reconoce que ha tenido problemas con el alcohol. «Me puse a tomar durante un tiempo para escaparme, olvidarme y no pensar más» del accidente del 5 de agosto. Pero eso ya pasó y lleva dos meses sin beber, gracias al apoyo de su esposa Verónica Quispe, con la que tiene dos hijas chilenas: Emily (6) y Camila, de un año seis meses, que lo atan más a esta tierra donde ya ha vivido por ocho años.( El Mercurio)