«Si un trabajador no quiere sindicalizarse, pasa a ser un trabajador de segunda clase»

Participó en el consejo asesor presidencial Trabajo y Equidad (2008), más conocido como Comisión Meller, donde se propusieron cambios a la legislación laboral, por ejemplo, en materia sindical y negociación colectiva. Si bien Andrea Repetto, economista y directora del Centro de Políticas Laborales de la Universidad Adolfo Ibáñez, siempre se ha mostrado a favor de un cambio estructural en materia laboral y ha señalado que la reforma que se está discutiendo hoy en el Congreso es un avance, tiene abiertos reparos respecto a titularidad sindical, extensión de beneficios y pactos de jornadas. En ese sentido, su visión está en línea con parte de los resultados que arrojó una encuesta que realizó la entidad que encabeza difundida la semana pasada y donde el 67% dijo estar a favor de extender los beneficios de la negociación colectiva a los no sindicalizados.

¿Cómo evalúa el debate que ha generado la reforma laboral?

Todo lo que tiene que ver con relaciones colectivas suele ser bien llamativo en todas partes del mundo, no es ninguna novedad lo que sucede en Chile en estos términos. Chile ha cambiado muy poco su legislación respecto a las relaciones colectivas, casi todo el contenido de la legislación en esta área es del año ’79. Ha habido ciertos cambios, pero la mayoría de las cosas que se han discutido del ‘90 en adelante guardan relación con los contratos individuales, y por lo tanto éste es un tema que se ha retrasado y en el tiempo han pasado muchas cosas, ha habido una mayor demanda por legitimidad, no solamente en esta área.

Uno de los propósitos de esta reforma es ampliar la cobertura de la negociación, y tanto la CUT como un sector de la NM abogan por hacerla ramal, ¿es posible?

De acuerdo a los resultados de la encuesta, de la personas que responden y que además están trabajando, un 47% dice preferir que la negociación suceda al interior de la empresa, y un 43% que fueran todas las empresas del mismo rubro. La preocupación que me causa este tema es que la realidad productiva de las empresas es muy distinta.  Hemos tenido la posibilidad de trabajar con datos por ejemplo de manufactura, que son los más extensos que hay en Chile a nivel de empresa y si se mira qué sucede al interior de un sector productivo en un período dado de tiempo y en una misma zona geográfica, las diferencias de productividad pueden ser del 600% a través de empresas; esas diferencias de orden de magnitud tan grandes, hacen difícil pensar que uno pudiese imponerle a las empresas más pequeñas las condiciones de las empresas más grandes, donde las capacidades de gestión son distintas, donde la productividad es distinta y donde los retornos también a la inversión son distintos. Por lo tanto, esto es algo a discutir. La negociación ramal sucede en algunas industrias en Chile, sucede por voluntad de las partes, pero creo que vamos a tener que hacer un debate.

La mayoría de los países de la OCDE tienen una negociación ramal o centralizada, ¿por qué Chile es una excepción?

Chile es una excepción en otras dimensiones, en términos de la capacidad negociadora de las partes. De hecho, las legislaciones más avanzadas, las legislaciones de los países escandinavos por ejemplo, dejan que las partes decidan cuales van a ser las condiciones laborales y yo creo que Chile podría ir moviéndose en esta dirección. La realidad de la empresa y de los trabajadores a su interior no debiese quedar necesariamente amarrada en la ley, sino que pudiese existir la posibilidad de que las partes decidan en la medida en que estén equilibradas, y para eso se requiere evidentemente de sindicatos fortalecidos y representativos.

¿Tenemos una sobrerregulación de las relaciones laborales que podría verse potenciada con esta reforma?

Creo que no, creo que aquí ha habido una apertura hacia permitir que hayan más materias para negociar, para que exista mayor intercambio de información, para que haya mayor diálogo al interior de la empresa, pero en muchas dimensiones sigue siendo tímida, en particular todo lo que tenga que ver con la organización de las jornadas laborales. Si nuestra legislación laboral es rígida en algún ámbito, es en éste. Exigir que la jornada laboral sea la misma para todas las empresas en todos los sectores, en todos los períodos del año, en todos los ciclos productivos, no se condice con la heterogeneidad de la realidad productiva de las empresas y con las necesidades de los trabajadores, y por lo tanto aquí hay un espacio en que podríamos permitir, de manera más amplia, que sindicatos y empresas negocien.

Si el proyecto busca mejorar la distribución de recursos para todos los trabajadores, ¿no hay una contradicción cuando se regula la extensión de beneficios? 

Hay un problema con la titularidad sindical. Los sindicatos debiesen tener prioridad, pero tampoco debiesen bloquear la posibilidad que otros negocien. Por ejemplo podría suceder, de aprobarse el proyecto de ley tal como está, que exista un sindicato en un establecimiento dentro de la empresa en el norte, no exista uno en el sur, y los trabajadores del sur no puedan negociar porque existe un sindicato en el norte. A eso me refiero con el problema en esta forma de la titularidad sindical.

¿Y en extensión de beneficios? La encuesta de la UAI da cuenta que mayoritariamente los consultados dicen que debiese ser para todos los trabajadores.

Es que si un trabajador no quiere sindicalizarse, pasa a ser un trabajador de segunda clase de alguna manera, por lo que podemos terminar con condiciones laborales distintas al interior de la empresa, a pesar de que sean trabajadores que tengan las mismas funciones, las mismas capacidades, y eso es un problema que ya discutimos en Chile cuando discutimos la ley de subcontratación. Hay motivos para pensar que esto debe extenderse de manera más amplia. Lo que hace la ley hoy es que sólo el empleador lo puede hacer. Lo que termina haciendo esta ley es que lo podría hacer sólo el sindicato, una solución intermedia es que sea obligatorio que ambos decidan. Otra solución que hemos planteado como centro, es que esto se extienda automáticamente a todos los trabajadores que cumplan las funciones, independiente si están sindicalizados o no. Algunos países de la OCDE lo hace y eso en parte explica las diferencias entre las tasas de sindicalización en la cobertura de la negociación colectiva.

Si se incorporan las materias que usted planta, ¿qué efectos podría tener en la economía y en el empleo? 

Aquí hay un espacio donde de verdad hay ganancia de productividad. Si conseguimos que estos pactos de adaptabilidad funcionen bien, en el sentido que generen nuevas oportunidades productivas para la empresa y se repartan de manera equitativa, podemos tener espacio para más empleo y para mejores relaciones laborales. Es una oportunidad positiva y que no debemos dejarla pasar.( Fuente: Pulso  Fotografía Agencia Uno )

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