Perú: La minería y los conflictos sociales, la postergación empresarial y los retrasos inesperados

Detenidos debido a desacuerdos con las comunidades aledañas, con algún retraso en su ejecución o incluso paralizados por la propia empresa en espera de mejores vientos. Se calcula que al menos veinte proyectos mineros se encuentran en una de las situaciones de las descritas líneas arriba, proyectos que involucran poco más de 25 mil millones de dólares.

El caso emblemático es Minas Conga, situado en la provincia de Celendín, en la región Cajamarca, y cuya inversión de 4.800 millones de dólares ha sido puesta en riesgo, y nada indica que la situación cambie en el corto plazo.
Para el actual alcalde de Celendín, Jorge Luis Urquia Sánchez, la minería no es prioridad como fuente de desarrollo de su localidad. «La minería tiene un lugar en nuestro modelo, pero es un lugar secundario y siempre y cuando no ponga en riesgo la cantidad y calidad del agua que nos permitirá hacer crecer el sector agrario».

 
En Cajamarca corren también peligro proyectos como Galeno de la empresa china Minmetals y Michiquillay, devuelto este último por Anglo American al Estado al considerar no oportuna la inversión en un contexto de precios de los metales en caída.
La dificultad para sacar a flote Galeno, dicen gentes muy enteradas en el quehacer minero, como Roque Benavides, el CEO de Compañía de Minas Buenaventura, es más técnica que social. Galeno es un proyecto muy difícil pues contiene sobre arsenical, explica Benavides. Galeno es un proyecto de 2.500 millones de dólares.
Michiquillay, por su parte, es un proyecto también cuprífero cuyos costos de inversión han aumentado, pues el Capex o costo de construcción no siempre es el mismo, y que busca ser relanzado.

En Cajamarca corren también peligro proyectos como Galeno de la empresa china Minmetals y Michiquillay, devuelto este último por Anglo American al Estado.

Otro de ellos, cuyo futuro es cada vez más borroso, es el proyecto de cobre Tía María de Southern Copper, ubicado en la región Arequipa, al que se opone cierta parte de la población. Tía María es un proyecto que para ponerse a punto necesita una inversión de 1.400 millones de dólares.
Similar situación viven proyectos como Santa Ana, en Puno, y Cañariaco, en Lambayeque, que se quemaron en la puerta del horno.
Entre los proyectos retrasados están Las Bambas, en Apurímac, cuya entrada en operación comercial estaba programada para fines de este año pero ahora, luego de la venta de Glencore a MMG, tiene programado empezar a producir a inicios del 2016. Las Bambas es un proyecto de 10 mil millones de dólares.

 

La mina Toromocho, de Chinalco, que empezó sus actividades productivas el año pasado pero que aún no puede hacerlo a toda capacidad, es también una jaqueca para el Estado, que había puesto sus esperanzas de crecimiento de las exportaciones de metales básicos en este proyecto, junto con Constancia, de Hudbay.
Finalmente, proyectos mineros paralizados por decisiones netamente empresariales son Quellaveco, de Anglo American, cuyo directorio ha optado por redoblar esfuerzos en otras minas. De Quellaveco, ha dicho el banco Morgan Stanley, es la clase de proyectos que los shareholders habitualmente odian: está en un lugar remoto, cuesta mucho y toma entre tres y cuatro años construir.

Para el actual alcalde de Celendín, Jorge Luis Urquia Sánchez, la minería no es prioridad como fuente de desarrollo de su localidad.

Otros proyectos retrasados, o a la espera de un mejor momento, son Haquira, de mina Antares; Pampa de Pongo, un yacimiento de hierro de Jinzhao Mining; Corani, de Bear Creek, entre otros.
Según el Ministerio de Energía y Minas, existen 54 principales proyectos de inversión en minería, que suman 63.9 millones de dólares. Un poco más de la tercera parte se encuentra en etapa de exploración.

 Fuente: bolsamania

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