Los grandes desafíos de la desanilización en Chile

Más de 85 millones de m3 diarios de agua desalinizada se producen en el mundo y el 60% de esta es usada como agua potable, cubriendo aproximadamente el 5% de la población del planeta. Es decir, más de 300 millones de personas consumen agua que antes pasó por un proceso de desalinización.

Si bien siempre se observan los avances tecnológicos y las experiencias de países como Israel, Australia y España, por nombrar algunos, Chile tiene mucho que decir en esta materia tan importante.

Nuestro país posee una larga historia relacionada con la desalinización, la que comienza con la instalación de una de las primeras y más grandes plantas de desalinización de las Américas en Antofagasta en el año 1882, la que abasteció a toda la población de la ciudad por largo tiempo. Posteriormente, esta tecnología ha sido aplicada en decenas de plantas del tipo evaporadores o destiladores y una cantidad no menor de plantas de osmosis inversa, siendo esta última la tecnología que más ha evolucionado.

La tecnología de osmosis inversa se usa masivamente para remover sales disueltas en el agua.

Pero más allá de los avances y de la experiencia de nuestro país en el tema, en Chile aún existen desafíos con respecto a la desalinización.

Así lo señala Raymond Philippe, coordinador técnico del último Congreso Latinoamericano de Desalación y Reúso de Agua (Desal 2014).

«Los desafíos dependen de si hablamos de desalinizacion industrial o de consumo humano. En este último caso, los desafíos se relacionan con tener una regulación para saber quién paga finalmente la cuenta. Se debe desarrollar un plan para saber cómo tarifar el costo de suministro de agua para que alguien pueda invertir y desarrollar el proyecto como concesión. Ahora, el Estado chileno ya ha anunciado iniciativas para suministrar agua desalinizada para consumo humano en zonas con concesiones sanitarias. Pero la novedad es que también se realizará en zonas donde no existe una concesión por parte de alguna empresa sanitaria».

Con respecto al uso industrial, el experto señala que el desafío más grande es el manejo de la energía, el costo del suministro energético. «No hay tantas posibilidades para bajarlo porque hay que bombear el agua de mar desde abajo hasta arriba».

De acuerdo con Philippe, a Chile le falta «llegar a una etapa de aprender de los errores que se han cometido antes y que se están cometiendo todavía. Por ejemplo, entender que Chile tiene condiciones climáticas y geográficas diferentes a otros países. Que el agua del oceano Pacífico es físicamente y químicamente diferente a la del Mediterráneo o a la del golfo Pérsico, que tienen temperaturas mucho más altas. Entonces, el costo para desalar aguas más frías es mayor que en el caso de las aguas calientes. Lo otro: el agua de mar en Chile está asociada a la presencia de entidades biológicas puntuales, como la marea roja. Las plantas tienen que estar preparadas para recibir un agua de menor calidad en algunas épocas», concluye Raymond Philippe.( Fuente: El Mercurio )

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