Raimundo Espinoza y negociaciones colectivas en 2018: “Si no hay acuerdo tampoco vamos a dramatizar la huelga. Eso está dentro del escenario”

Entrevista con el presidente de la FTC y director de Codelco,

Reflexivo y con casi 40 kilos menos está por estos días el presidente de la Federación de Trabajadores (FTC) y director de Codelco, Raimundo Espinoza. A más de 20 años liderando los sindicatos de la minera, el ícono del movimiento gremial minero ha decidido realizar un cambio de vida. Una vez que finalice su quinto período de presidencia al interior de la federación, en marzo de 2019, dará un paso al costado para dar espacio a una nueva generación.

Si bien advierte de los desafíos que deberá asumir quien lo suceda, no está preocupado porque dice que hay gente preparada que sabrá hacer lo correcto al interior del movimiento.

Sin embargo, advierte que dicho oficio se tiene en la sangre, y no es para todos. “El que nace chicharra tiene que morir cantando”, dice.

Adicionalmente, no dramatiza los procesos de negociación colectiva que se vienen. En el caso de la estatal deberá llegar a acuerdo con más de diez sindicatos el próximo año. Todo bajo la nueva reforma laboral y con un escenario de precios del cobre lejos de los US$2 la libra que se vivió hace dos años.

“No vamos a discutir en las mismas condiciones que lo hicimos la vez pasada, será distinto (…) Si no hay acuerdo tampoco vamos a dramatizar la huelga. Eso está dentro del escenario, y si la alternativa es esa, no vamos a renunciar a una herramienta que tenemos los trabajadores para poner algún grado de presión a lo que estamos pidiendo”.

En 2015, la FTC firmó un “Pacto Estratégico por Chile” con la administración de Codelco, en el que ambas partes se comprometieron a una serie de esfuerzos ¿Cómo lo evalúan hoy, a tres años del acuerdo?

-Todos los pactos tienen sus cosas buenas y sus cosas malas, y hay distintas interpretaciones de si se cumple o no. Efectivamente nosotros hicimos un pacto y creo que lo positivo de eso fue haber influido en el Gobierno con respecto a la capitalización de Codelco. O sea, demuestra que una empresa del Estado puede tener este tipo de relaciones entre las organizaciones sindicales y la empresa, que vayan construyendo un futuro común para ambas partes; cosa que no es fácil de conseguir porque muchas veces son intereses distintos. Y ahí se logró un objetivo.

Posteriormente, ayudó a enfrentar los desafíos de los proyectos estructurales, que estaban evaluados con precios distintos, en épocas distintas, y que han tenido dificultades; dificultades en el sentido de cómo se colocan en marcha con los precios. Por lo tanto, el balance en ese sentido de este acuerdo para mí 55/45 porque han habido críticas de parte de las organizaciones o de los sindicatos con respecto de esto, pero también desde mi punto de vista hay que ver la mitad del vaso lleno, y no vacío.

Creo que esta política de acuerda durante los últimos 25 años le ha hecho bien a esta empresa. La ha podido mantener como una empresa del Estado, enfrentando los desafíos que ha tenido la industria en los últimos 30 años, que no han sido menores: tecnología, innovación, los distintos sistemas de explotación y las culturas dentro de las organizaciones.

Por otra parte, muchas veces somos bastante autoflagelantes, muy complacientes. Si decimos que todo está malo, nos vamos a convencer de que todo está malo, y para transformar una mentira en verdad, algo de verdad tiene que tener. Creo que el movimiento sindical ha sufrido grandes transformaciones en los últimos 25 años, y creo que los desafíos que vienen para adelante tienen que tener una visión distinta.

Al momento de renovar este pacto, ¿qué cambiarían?

-No sé cómo va a ser la próxima administración que llegará a esta empresa. Acuérdense que cuando llegó Diego Hernández y luego (Thomas) Keller las cosas fueron distintas, hubo formas distintas de cómo administrar, y logramos firmar este acuerdo por Chile que ha tenido cosas buenas y malas. Hay que entender que las cosas han cambiado, si nosotros nos ponemos a pensar de que esto va a ser estático, no. Han habido transformaciones.

Creo que los pactos no son una mala herramienta. Es una buena herramienta de trabajo, pero cuando se recuperan las confianzas, cuando se dice la verdad, cuando no se enojan porque dicen lo que lo están haciendo mal o cuando el movimiento sindical le dice a la empresa que hay equivocaciones. Tiene que aprenderse a escuchar.

¿Hoy hay confianza con la administración de Nelson Pizarro?

-Siempre va a haber algo de desconfianza, pero se miden por los resultados. Valoro que hayamos podido sortear esta crisis, que lamentablemente nos tocó en estos cuatro años, y puede que en el próximo Gobierno la cosa sea distinta. Y recuerden que hemos enfrentado negociaciones colectivas con cero reajuste, y había que asumir costos.

Todas las encuestas apuntan a que Sebastián Piñera sería el próximo presidente, ¿cómo lo ven al interior de la FTC? Considerando que en el período pasado los trabajadores no tuvieron una relación fácil con dicha administración.

-Uno va adquiriendo experiencia y piensa con mayor tranquilidad lo que pueda ocurrir. Nunca le he tenido miedo a los conflictos, me crié desde chico en una empresa minera, ahí normalmente todos los años había huelga, por lo tanto viví en ese tipo de conflicto, pero lo que he aprendido -y a lo mejor estoy equivocado-, es que prefiero un buen acuerdo que un mal conflicto.

Si llevo adelante un mal conflicto vamos a perder todos, y particularmente en esta empresa vamos a perder todos los chilenos. Cabe recordar que un camión en Chuquicamata o una fundición en Caletones o Andina, o en cualquier división, los viejos no sólo sacan cobre y no solo están por su sueldo; también están para construir escuelas, carreteras y mejores pensiones para la gente. Esto lo pienso yo y es lo que piensa muchos de nosotros. Por eso a veces hay que estirar el elástico pero que no se rompa, y hay que tener la capacidad de buscar el mejor equilibrio, nunca vas a dejar a toda la gente contenta.

¿Está haciendo un símil de lo que pasó en Escondida, con sus 43 días de huelga?

-No. Nosotros también hemos tenido huelgas grandes. En 1988, en Salvador, estuvimos 15 días en huelga, pero teníamos una visión distinta, y eso te va enseñando que muchas veces uno tiene que tener esa capacidad de tener una visón de estrujar al máximo, pero saber cuándo parar.

¿Cuál ha sido su papel al pasar de bonos sobre los $20 millones a $3 millones? ¿Hubo un acuerdo tácito?

-Todos nos dimos cuenta que no podíamos enfrentarlo de otra forma. Hay experiencia de otros que quisieron enfrentarlo de otra forma y las cosas no fueron simples. Yo nunca olvido que yo trabajo en una empresa del Estado, o sea los dueños de esta empresa son los 17 millones de habitantes, por lo tanto mi responsabilidad como dirigente sindical a lo mejor es muy distinta de la responsabilidad de un dirigente sindical de una empresa privada.

Cambios en la FTC

Recientemente usted comentó que no piensa repostularse.

-Yo entré el 88 al movimiento sindical, y el 93 a la presidencia de la FTC, y no me puedo sentir más comprometido con los trabajadores y con esta empresa; pero estaré en la federación como presidente hasta el 2019, ahí termina mi período y he tomado la decisión de no continuar. Creo que hay gente que tiene que prepararse para conducir la organización, y al interior de la organización hay visiones distintas. A lo mejor, la visión que he tenido yo no encaja en el futuro para muchos.

¿Está preparando a alguien para que lo suceda?

-Creo que en el movimiento hay mucha gente preparada.

¿Cómo evalúa su gestión?

-Cuando comencé nunca había venido a Santiago, nunca había ido a un curso de movimiento sindical o un seminario.

Cuando uno nace toma esta situación como una condición de vida, y le va bien. Particularmente como dirigente sindical y como persona, no me ha ido mal. Se va a comentar cuando salga de esto lo bueno y lo malo, pero algo dejaré de historia. Sin embargo, en este tipo de cargos los costos familiares son muy altos, y uno tiene que entregar los espacios y dar espacio a gente más preparada para enfrentar estos temas de futuro y creo que hay gente, hay mucha gente (preparada), el problema está en que tenemos que terminar con el egocentrismo, ya nadie quiere ceder los espacios.

¿Tiene algún hijo que ha seguido sus pasos en el movimiento sindical?

-No, uno nace con esto. Siempre he dicho el que nace chicharra tiene que morir cantando.

El próximo año buena parte de los trabajadores de Codelco y de la minería privada enfrentan negociaciones colectivas, ¿cómo se están preparando?

-Nunca he dramatizado las negociaciones colectivas. Creo que son un proceso que viven las organizaciones en las empresas y, en la medida que se hayan generado los espacios de comunicación y confianza, el éxito puede estar garantizado.

¿Al interior de las divisiones tienen esos espacios de confianza?

-Se han terminado dos negociaciones de Rol A -Santiago, Teniente y RT-, y nosotros comenzamos con las negociaciones en Ventana, Andina y Salvador. No vamos a discutir en las misma condiciones que lo hicimos la vez pasada, pero tendremos que construir un acuerdo.

La discusión será distinta porque en el pasado tomamos una definición producto del precio, pero hoy no es el mismo escenario, y tendrán que haber formas distintas en la negociación; en temas de reajustabilidad, los beneficios y cuando llegue el momento lo discutiremos.

(…) Si no hay acuerdo tampoco vamos a dramatizar la huelga. Eso está dentro del escenario, y si la alternativa es esa no vamos a renunciar a una herramienta que tenemos los trabajadores para poner algún grado de presión a lo que estamos pidiendo. Pero en la medida que se tenga una buena conversación, se pueden construir, tampoco vamos a dramatizar el conflicto.

¿A usted le gustaría que Nelson Pizarro siguiera en Codelco después de marzo?

-Esto es un tema que lo tiene que ver él. El tema que vamos a tener en Codelco es que después de todo esto no vamos a tener a mucha gente que quiera trabajar en Codelco; no sólo por (el conflicto con) Contraloría sino porque es una empresa del Estado que la cuidamos poco (…) No nos hemos dado cuenta que lo que significa esta empresa para este país, creo que muchos hemos perdido la perspectiva, el Estado muchas veces se ha despreocupado de esta empresa, la han estrujado como a una vaca lechera y creo que eso tiene que cambiar. Es la única empresa, que conozca, productora de cobre que está en manos del Estado.

¿Los trabajadores se han preocupado también de cuidarla?

-Creo que no todos. Con mucha responsabilidad, muchos hacen gárgaras de una empresa del Estado, pero creo que también tienen que tomar conciencia que tienen que asumir ciertos compromisos, y creo que la federación -con todos los errores que pudo haber cometido-, tiene un gran compromiso con el Estado de Chile, no voy a decir con los Gobiernos, aunque también. En el pasado hemos tenido dificultades, pero en la FTC hemos sido responsables con todas las críticas, pero los viejos han respondido y creo que hay un gran porcentaje de nuestra gente que se cree este cuento, pero hay otros que no.( Pulso)

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