Las redes del nuevo presidente de SQM

Juan Antonio Guzmán había decidido no seguir en SQM, pero reconsideró su decisión por su cercanía con el equipo gerencial y la unanimidad que generó la nueva mesa. Hace una semana reemplazó a Julio Ponce en la presidencia de la firma, que conoció en 1974 junto a su amigo Bruno Philippi. Empresario y director de empresas, fue el ministro de Educación que abrió el camino a las universidades privadas en Chile. Gran lector de historia, Guzmán es reservista del Ejército y se siente más químico que industrial.
Era 1974 y el joven profesor de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad Católica Juan Antonio Guzmán Molinari (en junio cumple 67 años) emprendió viaje al norte del país, como parte de su labor académica; lo hizo junto a otro docente de la misma facultad, su amigo Bruno Philippi. El destino: las oficinas salitreras de María Elena y Pedro de Valdivia, en la Región de Antofagasta. La ocasión sirvió para conocer en terreno los procesos de explotación y procesamiento de la Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), y fue la primera aproximación de Guzmán a la compañía que hoy es la mayor productora de yodo, litio y potasio del mundo, y de la cual hace una semana se convirtió en su nuevo presidente. Todo un hito, pues reemplazó en el cargo al histórico controlador Julio Ponce, quien ocupó esa misma posición por casi 28 años.
Guzmán, en todo caso, no quería continuar en el directorio que integra desde 2013. Tras estallar el escándalo por boletas y facturas cuestionadas entre 2009 y 2014, y el quiebre que produjo entre los accionistas, había decidido dejar la fracturada mesa de ocho miembros.
Varias razones lo inclinaron a seguir en SQM y aceptar el desafío de encabezar la firma en un período marcado por la investigación que lleva a cabo el Ministerio Público por el pago de boletas y facturas sin respaldo por US$ 11 millones.
Primero, porque Guzmán conoce de cerca a la plana ejecutiva de SQM. Guzmán impartió clases en Ingeniería de la UC entre 1971 y 1990 y al menos cuatro de los gerentes de SQM fueron alumnos suyos; dos de los cuales hicieron de ayudantes en sus clases de Termodinámica y Transmisión de Calor: Patricio de Solminihac, actual gerente general, y Ricardo Ramos, vicepresidente de finanzas y desarrollo. Ello podría favorecer la continuidad del actual management, pero no la garantiza: el futuro de la plana ejecutiva también podría depender de los avances de la investigación de la fiscalía.
A ello se sumó el mismo factor profesional que lo llevó a aceptar la invitación a integrarse hace unos años. SQM es una empresa química y Guzmán ha declarado en privado que se siente más químico que industrial. Ingeniero civil industrial con mención en química, Guzmán siguió los pasos de Bruno Philippi, a quien conoció en 1965, cuando el ex presidente de la Sofofa, entonces en la educación superior, le hizo clases de matemáticas en un preuniversitario organizado por la Católica.
Pero la condición más relevante de Guzmán para seguir en la mesa fue la recomposición de relaciones entre los accionistas de SQM para elegir un directorio por unanimidad. Así fue el 24 de abril: Julio Ponce eligió cuatro directores -Guzmán, Hernán Büchi, Wolf von Appen y el independiente Dieter Linnen- berg-, la canadiense PCS puso tres ejecutivos de su matriz  y los minoritarios eligieron a uno. Se presentaron ocho candidatos para ocho cupos y no hubo disputa. El armisticio incluyó la designación del sucesor de Ponce.

Aunque se habló de Von Appen, finalmente el elegido fue Guzmán, a quien PCS consideró más independiente de Ponce que el resto. En SQM, el abogado José María Eyzaguirre, socio de Claro & Cía., estuvo desde 2001 hasta el 17 de marzo de este año, cuando renunció con los otros directores de PCS molesto por el tratamiento del caso. Pese a ello, tiene buena opinión de Guzmán. “Más allá de su reconocida experiencia, Juan Antonio es una persona prudente y cuidada al actuar, lo que lo hace cercano y confiable”, opina Eyzaguirre. En SQM, Guzmán ha prometido no ser la voz de Ponce y ha asegurado que, desde su cargo, representará “a todos los accionistas”.

Convencer a Pinochet
Guzmán fue el segundo mejor alumno de su generación, detrás de Felipe Bacarreza, actual obispo de Los Angeles. Se tituló con 22 años, en 1971, y a los 33 años ya era jefe del Departamento de Ingeniería Química de la UC. Entre 1983 y 1986 se desempeñó como director de docencia de toda la universidad.
Antes de la universidad, estudió en el Liceo Alemán -y no en el San Ignacio, como casi toda su parentela-, porque estaba más cerca de su casa. En ese establecimiento compartió aulas con el ex diputado DC Juan Carlos Latorre y coincidió con Mauricio Larraín, ex presidente del Banco Santander, y el sociólogo Carlos Huneeus, entre otros.
De la academia saltó al gobierno de Augusto Pinochet. Primero en la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), donde colaboró en la creación de los primeros fondos concursables para investigación, y luego como ministro de Educación, en 1987, a los 39 años, transformándose en uno de los más jóvenes del gabinete. “No lo considero una desventaja (…). Uno debe afrontar sus desafíos en los momentos en que le tocan”, dijo en agosto de 1987 en una entrevista con La Tercera.
Guzmán no conocía a Pinochet, pero sí a Philippi, que hasta 1984 fue titular de la Comisión Nacional de Energía (CNE), y, por su intermedio, al entonces ministro de Hacienda, Hernán Büchi.
Como titular de la cartera, Guzmán impulsó el ingreso de los privados a la educación superior, lo que considera uno de los grandes legados de su paso por el sector público. La ley de 1981 había autorizado la inversión privada, pero las autorizaciones para nuevos planteles se habían congelado al poco andar. Guzmán las descongeló, pero antes debió convencer al propio Pinochet, en cuyo círculo cercano había temores y aprensiones sobre ese paso. También implementó la prueba Simce.
El episodio más complejo que debió enfrentar fue la destitución obligada del rector de la Universidad de Chile José Luis Federici, tras prolongadas protestas estudiantiles por un plan de racionalización universitaria que le ocasionó una dura derrota política al régimen.
La discusión sobre el modelo educativo acarreaba en esos años el temor a la “cesantía ilustrada”, por la eventual proliferación de establecimientos privados y la sobreoferta de vacantes. En sus primeras definiciones, Guzmán enarboló ideas que aún mantiene. Decía en 1987: “Se asocia la educación superior con la retribución por parte de una sociedad de un empleo seguro, pero las universidades e institutos no son agencias de empleo. Siempre es mejor que haya más gente preparada dentro de una sociedad”.
Guzmán siempre tuvo gran admiración por el Ejército y por ello en 2011 hizo el Curso de Aspirante a Oficial de Reserva (Caor) junto al ex gerente general del BCI Lionel Olavarría y la directora de Mujeres Empresarias, Carolina Eterovic.
Los 49 tomos de Lenin
Hace 15 años, Juan Antonio Guzmán dejó de fumar pipa y otros tantos, de jugar golf; lo que sí ha mantenido es su gusto por la lectura, en especial por los libros de historia. Desde Argentina trajo hace un par de años varias maletas con los 49 tomos de las obras completas del revolucionario ruso Vladimir Lenin. Admira al político británico Winston Churchill y ahora está leyendo una biografía de Joseph Stalin. En la Navidad, regala a sus amigos libros que escoge cuidadosamente, revela uno de ellos.
Motivado por la lectura, hace unos cinco años que Guzmán forma parte de un grupo literario que integran otras seis personas, entre ellos, los hermanos Eduardo y Ernesto Tironi y Juan Pablo Illanes, ex director de El Mercurio. La dinámica es simple: se juntan una vez al mes para comentar y discutir un libro elegido y decidir el siguiente. Uno de los últimos textos escogidos fue Contratiempos de la fortuna, del mexicano Héctor Aguilar Camín. “Es una persona muy culta y preparada. Sabe de todo”, dice un amigo sobre Guzmán. También integra, ad honorem, la Fundación de Amigos del Museo de Historia Natural.
Su gran amigo es Bruno Philippi. Otro de ellos era Andrés Concha, ex presidente de la Sofofa, fallecido en 2013. Pero su círculo es mucho más amplio. Cercano al ex ministro Laurence Golborne, Guzmán impulsó su candidatura presidencial. “Si bien es un hombre de derecha, es abierto y tiene amistades en todos los sectores”, afirma un amigo.
Coincide Pilar Velasco, hija del ex ministro DC Belisario Velasco y socia de la empresa de comunicaciones y lobby Extend, la que Guzmán preside desde hace más de una década. “Es muy transversal. Le interesa saber lo que piensa la gente”, dice Velasco, que lo define como una persona cariñosa y generosa.
Paso al sector privado
Su participación gubernamental finalizó en 1989. A los 15 días de dejar el cargo ya tenía una nueva posición: la gerencia general de la generadora eléctrica Chilgener, actual Gener, cuyo presidente era Philippi y donde coincidió con Golborne. De esa época se recuerda el fuerte temperamento de Guzmán. Autoridades eléctricas de entonces relatan que era frecuente ver al gerente general de Gener llegar a las dependencias de la CNE para reclamar por la fijación de los precios de nudo. “Están bajando los precios artificialmente. Mejor hágase usted cargo de la empresa”, fueron, en una ocasión, las palabras de Guzmán, según una ex autoridad.
El ex ministro Jorge Rodríguez Grossi reafirma el fuerte carácter de Guzmán, pero hace una salvedad. “No es prepotente, sí tiene un carácter fuerte, es enérgico, pero un ejecutivo que no sabe mandar no sirve”, señala. Y agrega: “También tiene un sentido del humor im- portante, que le servirá en estos momentos complejos de SQM”. Se conocen desde 1994, cuando Rodríguez asumió la presidencia de Guacolda, propiedad de Gener. Guzmán formaba parte de la mesa.
Fue en la época en que ejercía como ejecutivo de la eléctrica en que se produce el primer acercamiento profesional con Julio Ponce. Ambos se habían topado años antes, en actividades sociales durante el gobierno de Pinochet, y se volvieron a encontrar en 1993, cuando la generadora -liderada por Guzmán- le compró a SQM un terreno en Tocopilla para instalar una central a carbón. Más tarde, Ponce lo invitó al directorio de SQM, pero declinó dada la relación comercial que existía con Gener, dice un testigo de aquellos tiempos. Veinte años después, en 2013, aceptó. No era su único vínculo con el círculo de Ponce. Guzmán es también primo hermano de Roberto Guzmán Lyon, estrecho colaborador de Ponce en SQM y quien fue multado por la SVS por infracciones a la Ley de Mercado de Valores por su rol en el caso cascadas.
Desde su cargo en Gener, fue uno de los principales promotores de la interconexión gasífera entre Chile y Argentina, que se llevó a cabo en 1997 a través de GasAndes. En la industria se cuestiona que la eléctrica, con otros actores, jugara todas sus cartas al gas, pero no alertó a las autoridades ni exigió planes de emergencia tras constatar que Argentina no estaba haciendo las inversiones necesarias para garantizar la continuidad del suministro.
Faceta de empresario
Además de SQM, Guzmán también integra las mesas directivas de Sonda, Indisa, Scotiabank y Arrigoni. Pero ha estado en muchas otras: CFR, Polpaico o CGE, entre otras.
Tiene, al mismo tiempo, una faceta empresarial. Su primer emprendimiento fue a los 23 años, junto a Pedro Lizana, ex presidente de la Sofofa, con quien armó una fábrica de artículos de caucho. Hoy, el presidente de SQM tiene un patrimonio bien diversificado. A la Clínica Indisa ingresó en 2001 y tiene el 7,201% de la propiedad, según la Memoria 2014, a través de Inversiones La Caleta, que controla con Julio Dittborn, su cuñado. Ahí comparte con otros empresarios: la familia Serra y Alejandro Pérez, presidente de la Universidad San Sebastián y ex ejecutivo del grupo Angelini en Celulosa Arauco.
Su segundo mayor negocio es Central Parking, uno de los principales operadores de estacionamientos privados del país. Administra cerca de 400 aparcaderos, entre los que se encuentran los de Clínica Alemana, Parque Arauco, Hotel W, Ciudad Empresarial y Hotel Sheraton. Está en otras cuatro regiones de Chile y tiene presencia en Colombia. Controla ese negocio a través de su sociedad Inmobiliaria Gundemara, nombre que recoge el origen del apellido Guzmán, que proviene de la ciudad española de León.
También tiene un campo en la zona de Calbuco, con plantaciones de eucaliptos, un criadero de caballos y ganado bovino. La propiedad está a 70 kilómetros del volcán, pero los vientos, hasta ahora, han soplado en otra dirección y no han llevado las cenizas hasta sus tierras.
Guzmán preside, asimismo, la junta directiva de la Universidad Andrés Bello, casa de estudios de la que fue socio hasta 2003, la que, junto a otros empresarios, fue vendida ese año en US$ 68 millones a Sylvan Learning Systems, hoy Laureate Education.
Las actividades gremiales también tienen espacio en su agenda. Es presidente del comité eléctrico de la CPC y consejero de la Sofofa. A pesar de tener un sillón en el directorio de Sonda en representación de Andrés Navarro, en la última elección del gremio fabril respaldó la candidatura de Hermann von Mühlenbrock, quien compitió con la lista encabezada por el controlador de Sonda.

Fuente: La Tercera

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