«Hace falta una mirada más integrada de la gestión del agua en el norte de Chile»

Jacques Wiertz, profesor de Ingeniería en Minas, Universidad de Chile:

«La desalinización en la minería se justifica por varios factores. Primero, porque hay un aumento importante del volumen de mineral procesado. No solamente por el hecho de que aumentó la producción en Chile, también por la disminución de la ley de los minerales, que ha obligado a las empresas a procesar una cantidad creciente de material. Hay que considerar que para procesar una tonelada de mineral por el método clásico de flotación, el consumo mínimo de agua que no puede ser recuperado es del orden de trescientos litros por tonelada. Entonces, a pesar de los esfuerzos para reducir los consumos de agua, hay un punto límite que es imposible de bajar. Por lo tanto, se deben buscar alternativas como el agua de mar».

Las palabras pertenecen a Jacques Wiertz, profesor adjunto de Ingeniería en Minas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile.

De acuerdo con el experto, esa necesidad en la producción minera debe afrontar además otros desafíos. Quizás el más importante, la estrechez del suministro de agua.
«Ese suministro está muy limitado por una demanda creciente que no es solamente del sector minero. No hay que perder de vista que la demanda en las ciudades del norte, como Copiapó y Antofagasta, ha ido creciendo en forma importante. A medida que una ciudad se desarrolla, los consumos de agua van en aumento», añade.

-¿Cuánto ha influido la sequía y el contexto social en el hecho de que las empresas mineras estén optando por la desalinización?

«El contexto social es complejo y también ha hecho que se busquen otras alternativas. Frente a la escasez de agua no se le asigna una responsabilidad importante a la minería, aún cuando probablemente no es el principal consumidor de agua. La desalinización aparece como una alternativa que permite bypassear un poco este tema, no solamente técnico, sino también social y ambiental. Uno ve, por ejemplo, cómo en los proyectos de expansión de Collahuasi, Quebrada Blanca, e incluso Codelco están mirando que para crecer van a tener que pasar por la desalinización.  Ahora hay que tener cuidado. No necesariamente es la mejor solución para todas las empresas mineras, porque hay que considerar que una cosa es desalinizar y la otra bombear el agua desde el borde costero hasta la faena minera…».

-Claro, y eso implica mucha energía…

«Por supuesto. Siempre se dice que la desalinización implica un alto consumo energético. Pero proyectos mineros como, por ejemplo, Escondida gasta mucho más dinero y más energía en bombear el agua desde el borde costero hasta la faena que en desalinizar. Si no me equivoco, la potencia para el bombeo es de alrededor de 80  megawatts y la potencia para la desalinización es del orden de 50 megawatts. Entonces, eventualmente hay otras alternativas que ya se están aplicando en algunos casos más específicos. Por ejemplo, en Antofagasta donde se ha dicho: para qué vamos a bajar el agua desde la cordillera hasta la ciudad y nosotros bombear agua desalinizado desde la cosa hasta nuestras faenas. ¡Hagamos un trueque! Nosotros vamos a utilizar esa agua que inicialmente venía hacia la ciudad y, a cambio, vamos a abastecer a la ciudad con agua desalinizada».

-¿Sigue existiendo aún ignorancia con respecto a la calidad del agua desalinizada?

«Sí, pero yo creo que con la calidad de los sistemas de desalinización actuales ya ha ido terminando. Hoy el agua desalinizada pasa a ser más pura que el agua que se obtiene de la cordillera. No hay que perder de vista que el agua que se obtiene en el norte en general es de mala calidad, con alto contenido de sales y en particular de metales como arsénico. Entonces, en ese sentido, el agua desalinizada puede ser incluso mejor que otra fuente de agua. Lo que falta es una mirada un poco más integrada de la gestión de agua a nivel regional en el norte. Incluso las mismas empresas mineras en pocos casos han logrado ponerse de acuerdo para, por ejemplo, tener un sistema de abastecimiento común. A partir de una planta de desalinización se podría abastecer a varios usuarios. En los sistemas de transporte de agua yo creo que se podría ahorrar un capital importate si las empresas pudieran ponerse de acuerdo al momento de tener un tramo común de abastecimiento».

-¿Existe alguna tecnología que permita disminuir el gasto energético en el bombeo de agua de mar?

«Es interesante lo que pasa en Australia. Como las plantas de desalinización consumen energía se producen muchos gases del efecto invernadero. Entonces les han obligado a compensar con energía renovable no convencional. Es decir, la energía que ellos consumen tienen que reponerla al sistema en forma de energía renovable. También en el caso de Chile se ha hablado mucho de la posibilidad de conjugar desalinización con energía renovable no convencional, dado que tenemos un potencial de energía solar y eólica. Podría ser un acoplamiento interesante. Incluso algunos también hablan de volver a tratar de desarrollar nuevas tecnologías que no sean de membranas, aprovechando la energía solar de forma directa».

-¿Cuál es su opinión con respecto a la iniciativa parlamentaria que busca obligar a las empresas mineras a ocupar agua desalinizada?

«Obviamente, las empresas están muy reacias, porque es un error poner a todos los proyectos mineros en un mismo saco. No parece razonable, porque las condiciones son muy distintas de una zona a otra. Es evidente que en un proyecto que está a 4.500 metros de altura sea una locura bombear el agua desde la costa. Más que ese proyecto parlamentario que no tiene mucho futuro, el gran tema aquí es la política del agua. Es un tema que en los próximos años va a marcar la pauta: la reforma del código de agua, que ya plantea como punto clave que los derechos ya no van a ser derechos permanentes. Eso va a ser un incentivo muy importante para que las empresas mineras empiecen a buscar hacia el mar, porque en ese caso se independizan del sistema de gestión de agua. Es una  forma de asegurarse el abastecimiento bajo cualquier circunstancia. Esta es una industria que requiere inversiones a muy largo plazo, por lo tanto trabajar con una incerteza en el abastecimiento es una cosa muy compleja y frente a ese escenario es evidente apostar hacia la desalinización. Es una apuesta razonable siempre y cuando está asegurada la energía para poder desalinizar y bombear esa agua».

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